Balú

Balú fue un bebé rescatado en la calle, como después lo han sido cientos en estos años, deshidratado, famélico, enfermo, en el que nos volcamos tanto el equipo humano como muchas personas que realizaron aportaciones desde toda España para poder darle el tratamiento veterinario que necesitaba cuando tenía sólo 600 gramos de peso y un virus desconocido. Una semana con 41 grados de fiebre y mil cuidados y medicaciones para este superviviente. Le salvamos entre todos la vida una vez, pero aún vendría una segunda.

Cuando tenía un año de vida, y seguía en acogida al ser un gato negro (es uno de los colores que menos se adoptan), Balú se tragó una cuerda de un metro de largo, y hubo que realizar una intervención quirúrgica de urgencia para extraerla, abriendo una gran brecha en su abdomen. Segunda vida gastada de Balú, y segunda vez que de nuevo las aportaciones realizadas por personas anónimas, y los cuidados de su casa de acogida, dieron la posibilidad de salvarlo.

Balú hace honor a su nombre, tiene la fuerza de un oso, y es grande, guapo, buen compañero y con una presencia insuperable. Es uno de nuestros acogidos permanentes, que sabemos debe seguir en el que él considera que es para siempre su hogar. Le seguiremos cuidando. En sus siete vidas.

Alma

Alma es un ejemplo más de cientos de gatas adultas cruelmente abandonadas sin esterilizar, que acaban embarazadas en la calle, y en el caso de Alma acabó atropellada.
A Alma la rescatamos, la curamos, y comprobamos que tras el atropello se movía perfectamente, andaba, saltaba, pero no tenía control de esfínter ni uretra, no podía mover su cola, que siempre estaba colgando hacia abajo, y por supuesto no hubiera sido capaz jamás de poder dar a luz a los bebés que llevaba dentro. Hubieran fallecido todos tras un largo y agónico parto.
El golpe en la columna (y sus consecuencias en su embarazo), hizo que se le tuviera que esterilizar de urgencia, y amputar su cola, que corría riesgo de infección constante por contacto con su zona de evacuación sin control.
Pero aún había más. La oreja izquierda de Alma era blanca, y en los meses que llevaba en calle bajo el sol extremo de la zona de costa valenciana, había aparecido un Carcinoma de Células Escamosas. Por ello hubo que cortar su oreja, para evitar que el carcinoma fuese a más.
Una vez más las aportaciones realizadas por voluntarios hicieron que pudiésemos hacernos cargo de todos los gastos veterinarios.
Alma no tiene colita, no tiene oreja, y hay que vaciarle cada día dos veces su vejiga y su intestino, pero es la gata más guapa, alegre, dulce y agradecida que puedas encontrar.
Alma, cuyo nombre no pudo ser más acertado, es otra de nuestras acogidas permanentes, por sus características de no control de esfínter ni uretra, y en su casa de acogida es muy feliz. Te cuidaremos siempre Alma, y te daremos el resto de tu vida todo aquello que quien te abandonó no te quiso dar.