Obligatoriedad del chip

Implantar el chip se ha convertido en la herramienta más eficaz para tener controlada a nuestra mascota.

En caso de pérdida o robo del animal, si alguien lo llevara a una protectora o al veterinario, sería identificado de inmediato.
Cada chip almacena un código de números único que es como el DNI del animal.

El microchip se coloca una sola vez en la vida de la mascota y permanece en su cuerpo para siempre. La información relativa al gato queda registrada en la base de datos del Censo que tiene cada Comunidad Autónoma (RIVIA – Registro Informático Valenciano de Identificación Animal www.rivia.org), en el que se almacena la información relativa a cada chip (el nombre del dueño, su dirección y uno o dos teléfonos de contacto).

Los datos proporcionados deben ser exactos, ya que serán los utilizados en caso de pérdida del animal. Cualquier cambio de domicilio, propietario, teléfono… debe ser comunicado a nuestro veterinario, que nos facilitará los documentos que debemos rellenar. A efectos legales, el propietario del gato es el que figura en esta base de datos y, por lo tanto, es también el responsable de cualquier daño que pueda causar el animal, así como de lo que le pueda ocurrir si lo abandona.

Del mismo modo, cuando el animal fallezca, tenemos que comunicarlo mediante un documento firmado por nuestro veterinario.